Utilizar las verduras disponibles, en las proporciones que se consideren más adecuadas, según los gustos. Las verduras posibles son: cebolla, puerros, apio, calabacín, patata, zanahoria, judías verdes, coliflor, guisantes, nabos, puerros, brócoli, espinacas.

No se debe utilizar pimiento ni rojo ni verde. Por el contrario, si se puede utilizar uno o dos tomates, pelados y sin pepitas y troceados (es muy tradicional en Italia utilizar el tomate en esta sopa). Dicen que sin tomate nunca será una auténtica minestrone.

Trocear todas las verduras y poner a rehogar en una olla con aceite de oliva extra virgen. Poner primero las verduras más duras: cebolla, zanahoria, judías verdes, nabos, apio… y finalmente, patata, calabacín, guisantes y tomate. Si se utiliza alguna verdura o legumbre en lata, ya cocida, se pondrá al final, después de que el resto de verduras estén tiernas.

Revolver y después de cinco minutos, agregar el caldo de pollo. Normalmente 1 ½ litros de líquido (es posible utilizar la mita de caldo de pollo y la otra mitad de agua). Ahora, para que sea una verdadera minestrone, añadir un trozo de la corteza dura del queso parmesano. 

Aparte rehogar en una sartén beicon o panceta de cerdo en dados.

Cuando las verduras comiencen a estar tiernas (dependerá del tamaño de los trozos) se añadirán, en su caso, las verduras o legumbres en lata y la pasta. En Italia es muy usual añadir unas pocas alubias blancas.

Añadir queso en polvo (idealmente sería parmesano rallado) y probamos. Añadir, si es necesario sal y, al gusto, algo de pimienta molida y una cantidad generosa de orégano. Hora de retirar la corteza del parmesano.

En el servicio se suele incluir un tazón con más queso parmesano rallado para los que gustan del queso en abundancia. Es una sopa y como tal tiene que quedar caldosa para comer con cuchara.