Cuando se pasaba hambre en España la imaginación creaba platos que, ahora, apreciamos en su justa medida. Antiguamente no ponían, ni jamón, ni huevo, que todo eran penurias. Es un plato contundente, sabroso y que se hace en un momento.

En una cacerola poner el aceite de oliva extra virgen y rehogar los ajos laminados y el pan en trozos medianos. Dar unas vueltas con una cuchara de madera. Cuando comience a tomar color los ajos, añadir los tacos de jamón serrano y seguir removiendo por un minuto más.

Retirar la cacerola del fuego y añadir el pimentón dulce y remover. Seguidamente añadir el agua y poner a fuego medio durante 10 minutos. Separar las claras de las yemas de los huevos y poner en la cacerola las claras, remover con la cucharada de madera y dejar cocinar, a fuego medio, durante otros 10 minutos.

Ahora probar el punto de sal y añadir la necesaria que variará, dependiendo de lo salado que éste el jamón serrano.

Servir las raciones, bien calientes, en un plato hondo o bol. Añadir en cada servicio una yema de huevo crudo y poner encima una pizca de sal. La yema de huevo se cocinará lo suficiente con el propio calor de la sopa pero quedará líquida. Es el comensal el que, a su gusto, decidirá el momento de romper la yema y la mezclara con la sopa.

Optativamente se puede poner el huevo entero sin separar la yema de la clara pero, en este caso, habrá que tener la cazuela a fuego bajo hasta que la clara esté bien cuajada. Otra alternativa es hacer, por separado, un huevo poché, que luego se colocará encima de la sopa castellana.