3. Tartessos

3.1 Antecedentes

Tartessos

Las discusiones sobre si Tartessos existió o, en realidad, se trata de una mera leyenda o mito son continuas a lo largo de los años.

La leyenda dice que existió un reino muy opulento y rico, anterior a los asentamientos fenicios en España (s. VIII al VI a.c.), cuyos ríos eran de plata y su rey, Argantonio, vivió más de 100 años. Este reino, casi un imperio para algunos historiadores de la antigüedad, desapareció, de forma abrupta, sin dejar apenas rastros. Hay quien dice que la desaparición de Tartessos fue debida a algún tipo de desastre natural para explicar la falta de testimonios concluyentes de las múltiples excavaciones arqueológicas que han tenido lugar durante bastantes años.

Según cuentan los fenicios descubrieron Tartessos cuando se aventuraron más allá de las columnas de Hércules («Columnas Herculis», bajo el lema de «Non Terrae Plus Ultra», -no hay tierra más allá-, proviene de los romanos) que es como llamaban al estrecho de Gibraltar, y que constituían la frontera del mar conocido. Por cierto, las dos columnas junto con el lema «Non Plus Ultra» fue adoptado por el rey Carlos I de España y hoy continua en nuestro escudo.

Es decir, habría que ubicar Tartessos en la costa de Huelva y, más concretamente, en la desembocadura del río Guadalquivir.

En aquella época, y según nos dicen los científicos, el nivel del mar era más elevado que el actual (se entiende que por los cambios climáticos, tan de actualidad en el presente) y, por consiguiente, el perfil de las costas era relativamente diferente al actual. En tal caso, las actuales marismas de Doñana estarían bajo el nivel del mar y la desembocadura del Guadalquivir inundaría buena parte del actual valle.

El Guadalquivir era llamado por los romanos en “Baetis”. Dicen, las malas lenguas, que la transformación del nombre de Tartessos se produce por un error de pronunciación, al ser el grafismo de la “T” de los íberos del sur muy similar a la “B” del alfabeto griego y de “Tarsis” se pasó a “Bastis”, luego “Baestis”, más tarde “Bestis” y finalmente “Betis”, afamado equipo de fútbol nacional sempiterno rival del Sevilla. Luego, durante la era musulmana, el nombre cambió con el tiempo hasta “al-wadi al-Kabir” (el río grande), de donde viene nuestro Guadalquivir.

El origen de esta leyenda está en los historiadores de la antigua Grecia que, como sabemos, tenían una imaginación bien calenturienta.

«Y como el río tiene dos desembocaduras, se dice que la ciudad de Tartessos, homónima del río, estuvo edificada antiguamente en la tierra colocada entre ambas, siendo llamada esta región Tartessos, habitada ahora por los Túrdulos» Estrabón

«Tartessos, ciudad de Iberia, cerca del lago Aorno» Aristófanes

«…fuentes inmensas del río Tartessos, de raíces argénteas» Estesícoro de Himera

Estos escritos darán lugar a una frenética búsqueda de restos arqueológicos. Algo se ha encontrado pero desde luego no se corresponde con la magnificencia de la idea del reino de Tartessos, ya que se habla de gran civilización prerromana.

Uno podría pensar, maliciosamente, que la obcecación por la búsqueda de esta civilización tiene mucho que ver, con el nacionalismo regional, al que son tan dados los españoles, y poder encontrar una civilización autóctona y avanzada en la Península Ibérica. Sintomático es que nuestra RTVE tenga un capítulo en su serie “Memoria de España” de más de 50 minutos de duración que trata, en exclusiva, sobre Tartessos y sus relaciones con fenicios y griegos.

3.2 Mito

Mapa Tartessos

Más probable es que Tartessos sea sólo un mito, que nace al amparo de algunos hechos ciertos, como podría ser la riqueza mineral de la zona, o que algunas tribus fueran unificadas por algún reyezuelo local, con tendencias a la ostentación. Más tarde, algún navegante que volvió de la zona, exagero las cosas (vamos, un “influencer” que puso de moda una “fake new”, que sin internet y vuelos domésticos, comprobar ciertas cosas era complicado) y la literatura griega, repleta de dioses y semidioses, se encargo de insuflar grandeza onírica a los relatos iniciales.

Eso si, se siguen gastando cantidades ingentes en excavaciones arqueológicas y algún que otro tarado trata de encontrar la relación entre Tartessos y el otro mito de la Atlántida

Lo siento, pero el antiquísimo país de fábula, que pretende otorgar un pasado glorioso, sobre el que cimentar España, no es más que un sueño húmedo de una noche de verano. Y para colmo, a modo de justificación de las pocas pruebas arqueológicas encontradas, se inventan finales grandiosos de Tartessos.

En unos casos, los griegos, inventores de la tragedia, lo achacan a sus rivales los cartagineses, como no, que destruyeron, piedra a piedra, el reino de Tartessos. Eso si, no hay ninguna referencia o testimonio de dicha guerra y destrucción y, en todo caso, ¿para qué y por qué Cartago iba a destruir Tartessos? Pero como Cartago acabo más que derrotado, cargo con el mochuelo.

Otros recurren a los cataclismos naturales como causa de la repentina desaparición de Tartessos pero esta justificación es igualmente peregrina. ¿Dicho cataclismo no afectó, por ejemplo, a Cádiz?

Lo siento por los románticos empedernidos, pero lo más probable es que, sencillamente, se agotasen los yacimientos de mineral a ras de suelo y punto (que escavar complicadas galerías y túneles no estaba al alcance de las técnicas de la época). Eso, junto con el cambio de las rutas comerciales, como consecuencia de la caída de Tiro por parte de las tropas babilonias de Nabucodonosor II en 574 a.C, llevó a la desaparición de aquel supuesto reino de Jauja.

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