Ingredientes (4 raciones)
2 tazas de aceite de oliva extra virgen
3 patatas terciadas
2 cucharaditas de sal
Receta
Hacer unas buenas patatas fritas es un arte. Para que queden crujientes por fuera –y se mantengan algo de tiempo así- y blanditas por dentro hay que seguir una serie de pasos. El tipo de patata también es importante y, si se puede, será mejor elegir el tipo de patata específica para freír.
Las patatas hay que cortarlas en bastoncitos regulares del tamaño de un dedo meñique. Se pondrán a remojar en abundante agua durante unos 30 minutos. Lo ideal es todo el tiempo que sea posible cambiando el agua regularmente, para quitar el máximo de almidón.
Se secan con un paño limpio de cocina y se van poniendo por tandas en una sartén amplia con abundante aceite a temperatura media. Al freírlas no deben quedar amontonadas y las freiremos en tantas tandas como sea necesario. Según vayan estando blanditas las pondremos en un escurridor para que suelten el exceso de aceite y reservaremos.
En el momento de ir a servirlas tendremos la sartén con el aceite caliente –sin que salga humo- y volveremos a ponerlas por tandas hasta que adquieran un bonito color dorado y, nuevamente, las iremos depositando en un escurridor o rejilla. Es preferible a papel absorbente que retiene el aceite y hace que la patata acabe ablandándose.
Una vez estén bien fritas y crujientes añadiremos la sal distribuyendo homogéneamente y serviremos inmediatamente.
Los tipos de corte de las patatas son muchos: paja, bastón, cerilla, chips o patata inglesa, etc. La forma de fritura, en dos tiempos, no es adecuada para todo tipo de corte. Por ejemplo, la patata paja se fríen en un solo tiempo