1939 – La Segunda Guerra Mundial – Estallido

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Los bloques

Antes del inicio de la II Guerra Mundial, tres grandes bloques ideológicos, se disputaban el control del mundo. Por una parte las democracias, como Reino Unido, Francia o Estados Unidos, cuyo poderío económico se sustentaba sobre modelos colonialistas. Por otro lado, dos modelos netamente autoritarios o dictatoriales y contrapuestos entre si, los comunistas de la Unión Soviética y las dictaduras de Alemania, Italia, España y Japón.

Tanto comunistas como fascistas buscaban un crecimiento territorial que les permitiera competir con las democracias coloniales de la época. La Alemania nazi presionaba en las zonas que les habían sido arrebatadas en virtud del Tratado de Versalles, que puso fin a la I Guerra Mundial, Alsacia-Lorena, Danzing, los Sudetes, etc. Las reclamaciones y presiones de Italia se centraban, inicialmente, en regiones de África y el Mediterraneo; Japón en China y, por su parte, la Unión Soviética en Finlandia, los países bálticos y Polonia.

A la hora de analizara las razones del inicio de la II Guerra Mundial una gran mayoría de textos hacen referencias a los efectos indeseables de las condiciones impuestas por el Tratado de Versalles a Alemania, y al ascenso del nazismo propiciado, en buena parte, por la crisis económica del 29.

No obstante de lo anterior, una mayoría de autores señalan a Hitler, como el único culpable, tanto por su su afán expansionista, como por la altanería, prepotencia y mentiras gestadas, durante las sucesivas negociaciones con Inglaterra y Francia. Claro que, como bien se sabe, la historia la escriben los vencedores y estos fueron las democracias occidentales y la Unión Soviética.

Esto podría explicar, sin duda, el estigma histórico de las dictaduras de derecha y, a su vez, la mayor condescendencia para con las dictaduras de izquierdas. Algunos dirán que las barbaridades cometidas por el régimen nazi son inmensas, cierto es. Pero igualmente son inmensas, y de un número considerablemente mayor, el número de asesinados por los comunistas.

Algunos parecerían justificar los millones de asesinatos ordenados, de forma directa o indirecta, por Stalin, como una forma de defender, la dictadura del proletariado, frente a los supuestos ataques del capitalismo. Son, por decirlo así, los dogmas impuestos por la izquierda, que ganó la II Guerra Mundial al fascismo.

Polonia: factor desencadenante

Fue la invasión de Polonia, por parte de Alemania, lo que desencadeno la II Guerra Mundial. Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania, en virtud de los tratados firmados con Polonia. En este punto caben algunas consideraciones:

  • Curiosamente, ni Francia ni el Reino Unido actuaran, de la misma forma, con la Unión Soviética cuando, en virtud del pacto entre la Unión Soviética y Alemania (Pacto Ribbentrop-Mólotov), la primera invadiera la zona oriental de Polonia, se anexionara los tres países bálticos y atravesara las fronteras de Finlandia.

  • Después de declarar la guerra a Alemania, el 3 de septiembre de 1939, ni Francia ni el Reino Unido realizaron ninguna acción militar tendente a proteger la soberanía de Polonia. Simplemente reforzaron sus posiciones defensiva y tuvieron algún encontronazo en el mar. Nada más, y eso que ambos países estaban obligados a asistir militarmente a Polonia. De hecho, una expresión usual, entre los aliados, era denominar a este periodo como la guerra de broma, o la guerra falsa.

  • El conflicto bélico entre Francia, Reino Unido y Alemania no se concreta hasta transcurridos más de 8 meses, desde la declaración de guerra. En concreto, el 10 de mayo de 1940 cuando Alemania ataca Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Francia.

En definitiva, parece demostrarse que ni Francia, ni el Reino Unido estaban muy preocupados por asumir su compromiso de defensa territorial de Polonia y, ni mucho menos, entrar en guerra con la Unión Soviética.

Francia y el Reino Unido declararon la guerra a Alemania, y no a la Unión Soviética, para poner coto a su crecimiento territorial, económico y militar, y mantener el “status quo” establecido después de la I Guerra Mundial. Las anexiones territoriales de la Unión Soviética se mostraban más lejanas y de menor riesgo para Francia y el Reino Unido.

Una vez ya iniciado el conflicto directo entre Alemania y las democracias de Europa, plantearse un nuevo frente con la Unión Soviética era inimaginable. Después, con la invasión de la Unión Soviética, por parte de Alemania, la alianza con los comunistas parecía la mejor opción para los aliados. Como diría Winston Churchill, «Si Hitler invadiese el infierno, yo haría por lo menos una referencia favorable al diablo en la Cámara de los Comunes»

La expansión del comunismo y del fascismo

En noviembre de 1917 tiene lugar la revolución de Octubre en Rusia. El comunismo se consolida, después de la Guerra Civil de Rusia, en 1922 con la formación de la Unión Soviética. Desde sus inicios la revolución pretendía convertirse en una lucha de clases que uniera a los trabajadores de todos los países. Casi desde el inicio se van creando partidos políticos, por toda Europa, influidos por la ideología comunista y, en paralelo, se produce el efecto equivalente y de signo contrario, con el crecimiento de modelos políticos autoritarios y/o fascistas.

En concreto, durante la década de 1930, el Partido Comunista Frances fue parte del Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda que ganó las elecciones de 1936 y gobernó Francia bajo la dirección de Léon Blum. Una situación equivalente se producía en España por las mismas fechas.

En Alemania, los partidos de izquierda, incluidos los comunistas tenían un gran apoyo, muy superior a los partidos de extrema derecha o al partido nazi que, al inicio de la República de Weimar eran irrelevantes.

En definitiva, mi hipótesis es que el comunismo había tratado de aumentar su peso político en Europa desde la revolución Rusa, que se había incrementado desde el ascenso al poder de Stalin y que el fascismo y totalitarismos de derecha se refuerza por el miedo hacía los modelos comunistas. Ante una acción se produce una reacción de la misma intensidad y de sentido contrario. Igual que ha ocurrido recientemente en España con los gobiernos social comunistas y el crecimiento de Vox.

Pues bien, con la crisis económica del 29 la polarización se hace aún más extrema y ello supone la consolidación del fascismo en Alemania e Italia, o la aparición de los Frentes Populares en Francia y en España.

Pero lo cierto es que en el Reino Unido y especialmente en Francia hay partidos políticos claramente marxistas y que apoyan a la Unión Soviética y, desde luego, con un mayor respaldo social que los partidos de extrema derecha o fascistas. En otras palabras, la Unión Soviética había tenido un indudable éxito en expandir sus influencias fuera de sus fronteras, y eso no era equiparable a la influencia del fascismo fuera de Alemania e Italia, salvo por el apoyo de Alemania e Italia al levantamiento militar en España.

En este contexto se hace más comprensible que ni Francia ni el Reino Unido declarasen la guerra a la Unión Soviética cuando invadieron Polonia, los Países Bálticos y Finlandia.

Resumen

Después de lo anteriormente analizado, mi posición se puede resumir de la siguiente forma:

  • Francia y el Reino Unido no declararon la guerra a Alemania para salvaguardar la integridad territorial de Polonia, lo hicieron para mantener el “status quo” del Tratado de Versalles.

  • La declaración de guerra fue adoptada por los gobiernos de Francia y el Reino Unido sin que existiera una presión social que reclamase las acciones armadas. Todo lo contrario, por una parte estaba el terrorífico recuerdo de la I Guerra Mundial y por otro lado, el (Pacto Ribbentrop-Mólotov) que dejaba a la izquierda europea en una complicada situación y que no reclamaban acciones armadas contra Alemania, aliada de la Unión Soviética en aquellos momentos.

  • El distinto trato, de los gobiernos de Francia y el Reino Unido, hacía la Unión Soviética, que igualmente inicio una agresión a Polonia y otros países, tenía que mucho que ver, precisamente, con el poder político de los partidos marxistas en Europa que, especialmente, había propiciado y financiado Stalin.

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