Pelar una cebolla grande y cortar en rodajas de 1 cm de ancho. Desechar los centros de la cebolla que no utilizaremos. Separar los aros y poner en agua fría durante 30 minutos. De esta forma la cebolla se ablanda y pierde el picor. Cuando saquemos los aros de cebolla los colocaremos sobre un paño de cocina o papel de cocina y secaremos.

En un vaso incorporar la yema del huevo, medio vaso de leche y mezclar. Incorporaruna cucharada grande de aceite de oliva.

En el bol mezclar la harina, la levadura en polvo y una cucharadita pequeña de sal. Añadir, posteriormente, la leche con el huevo y el aceite poco a poco y batiendo la mezcla para que quede homogénea. Dejar reposar, a temperatura ambiente, unos 30 minutos para que la levadura haga su efecto y fermente la masa.

A la hora de rebozar y freír es conveniente que la mezcla de rebozar esté más bien fría. Por ello es conveniente haberla dejado en la nevera, después de los 30 minutos requeridos para la fermentación, hasta el momento de su utilización.

Poner un cazo con abundante aceite a fuego fuerte. Ayudándose de un tenedor se sumerge un aro de cebolla en la mezcla y se pasa al aceite que debe estar a unos 180º. Introducir, de la misma forma, tres aros y con el tenedor dar la vuelta para que tomen un color dorado por ambas caras.

No introducir más de tres aros a la vez para evitar que el aceite se enfríe demasiado y que se peguen unos con otros.

Ir sacando sobre un plato con papel de cocina absorbente o en un colador para que pierdan el exceso de aceite y poner al punto de sal.