Antecedentes

La Iglesia Católica Romana es una organización social –una estructura de poder religioso y social- que ha tenido una considerable influencia en la cultura de occidente -especialmente en Europa-.

Desde que el emperador romano Constantino –por intereses políticos- adopta el cristianismo como la religión del Imperio, hasta nuestros días, la Iglesia Católica ha manteniendo una importante influencia en todos los órdenes. El poder políticos absolutos de los reyes y su legitimidad hereditaria eran dones divinos refrendados por el clero. La simbiosis entre poder político y religioso era total.

Lo anterior no es óbice para que, en muchos momentos de la historia reciente y en muchas partes de Occidente, se hayan producido procesos muy violentos de persecución a la Iglesia Católica. Tales serían los casos del comunismo en la URSS y en la II República en España.

Después de la Segunda Guerra Mundial y como consecuencia de los procesos democráticos comienza un cambio del modelo de estado sobre la base de la no confesionalidad. En España el proceso deberá esperar mucho más; hasta la llegada de la democracia en 1978 puesto que el anterior régimen de Franco apoya y se apoya en los poderes religiosos de la Iglesia Católica.

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La imagen de Franco dirigiéndose bajo palio a los oficios religiosos podría explicar la identificación que hoy tiene buena parte de los españoles entre la derecha política y la Iglesia Católica. No obstante, lo cierto es que dicha asimilación está mucho más extendida y transciende nuestras fronteras. No debemos olvidar la posición que mantenían – y mantienen- los teóricos y filósofos del comunismo y que, en definitiva, son las fuentes ideológicas del socialismo. Marx y Engels consideraban la religión como un mecanismo del poder –del capital- para el sometimiento de los pueblos y sus trabajadores “la religión es el opio de los pueblos”.

 


Izquierda política e Iglesia Católica

En nuestra historia más reciente, por otra parte, se puede constatar el enfrentamiento de posiciones entre la izquierda política y la Iglesia Católica. Este enfrentamiento es más evidente durante los últimos gobiernos socialistas que abanderan diversas iniciativas: eliminación de símbolos religiosos en centros públicos, denuncia de participación de fuerzas militares en actos o ritos de carácter religioso, leyes del aborto y un largo etcétera.

Dicha postura hoy desde la oposición: indignación por los actos religiosos del entierro de Estado de Adolfo Suarez, referencia a la denuncia el actual Concordato con la Iglesia Católica, amenazas de expropiación de la Mezquita de Córdoba –que está gestionada por la Iglesia Católica-, exigencias sobre el pago de impuestos sobre la propiedad de la Iglesia… y podríamos seguir.

No parece necesario aportar más argumentos sobre la confrontación entre ideología política de izquierda e Iglesia Católica. Aquí deberíamos decir, que a diferencia de las primigenias ideas comunistas de oposición a cualquier tipo de religión, la actual izquierda es mucho más tolerante con las restantes religiones minoritarias y especialmente con el islam; lo cual resulta sorprendente, considerando la posición del islam frente a las minorías sexuales, las mujeres, o su clara inclinación por alcanzar el poder político (evidente en las recientes revoluciones acontecidas en los países del Norte de África y Oriente Medio).

Lo cierto es que, analizándolo con perspectiva, la Iglesia Católica ha tenido, desde mediados del siglo XX, un continuo declive de influencia y poder. Las llegadas de las democracias supusieron que la Iglesia dejará de ostentar poder y pasará a tratar de influir en el poder político –sobre la base de su influencia social-. El problema es que la influencia social de la Iglesia Católica ha sufrido igualmente un dramático desplome. Ello es en buena parte achacable a los muchos anacronismos que aún presenta frente a los tiempos y tendencias actuales (el papel de la mujer, la indisolubilidad del matrimonio, relaciones prematrimoniales, la no aceptación de medidas preventivas previas al embarazo, mantenimiento de rituales e ideas muy arcaicas…) y a la consecuente caída de vocaciones. Pero, a lo anterior, hay que sumar los continuos escándalos de corrupción financiera, casos de abusos sexuales, ostentación y cosas similares que han salido a la opinión pública durante los últimos años.

 


Cambio de rumbo

Hasta aquí lo dicho no aporta nada novedoso. Es una mera descripción –muy resumida- de las relaciones históricas entre Iglesia Católica y poder político. Algunos podrán matizar, ampliar -o corregir- buena parte de lo dicho pero, en las grandes líneas, en lo fundamental creo que las discrepancias serán pocas.

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Lo cierto es que ante una grave situación de futuro que se estaba gestando la Iglesia Católica parece haber adoptado una nueva estrategia de acción. Una vez que durante el siglo pasado ha perdido buena parte de su poder político y que su capacidad de influencia política está seriamente dañada –ante la falta de poder de movilización social- ha decidido “cambiar de rumbo”.

Ahora el objetivo no es detentar el poder político ni, tan siquiera, influir en la política. Ahora hay que regresar a los orígenes, hay que conseguir recuperar la influencia social de antaño. Hay que bajar de los salones del poder –para recuperar el rebaño de ovejas que ya no controla el pastor-.

La prueba más evidente es el Papa Francisco. Las viejas formas de la Iglesia Católica, basadas en la humildad, la sencillez, el recogimiento espiritual y alejamiento del conflicto terrenal, la reflexión, la espiritualidad, la máxima de “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha” han sido borradas de un plumazo como las reglas que deben regir la vida religiosa. Ahora necesita más ovejas en el rebaño y recorrer los caminos. Hay que mancharse la sotana con el suelo del barro.

No sólo es que el Papa Francisco tenga una cobertura mediática desmedida –que el mismo propicia- y que buena parte de su agenda esté dirigida a crear titulares en los medios de comunicación (los encuentros con el Papa Emérito son una especie de Gran Hermano); no sólo es que aparezcan como setas los religiosos televisivos –desde programas de cocina hasta concursos televisivos de canción moderna, como la monjita en Italia-; no sólo es que la actividad de los religiosos en las redes sociales mantenga una actividad frenética; no sólo la renovada apuesta de inversiones de la Iglesia en los medios de comunicación … Lo realmente sorprendente es el cambio –muy evidente y radical- en los mensajes (tanto en forma como en el fondo).

 


La Iglesia entra, definitivamente, en política

Estamos ante una verdadera campaña electoral de la Iglesia Católica y, en toda campaña electoral, hay algunas máximas importantes: elegir el votante objetivo, el candidato adecuado, los mensajes electoralistas y los medios de comunicación.

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La campaña está dirigida hacía una mayoría de población de clase baja y media-baja, hacía los colectivos más desfavorecidos y hacía los jóvenes. El perfil del candidato debe ser, por consiguiente, populista, extrovertido, más dado a titulares impactantes que a reflexiones profundas; los mensajes electorales deben responder a las inquietudes y necesidades de este colectivo y los medios a utilizar deberán ser los más modernos y generalistas –escasean los oyentes de las homilías de los púlpitos -.

En este contexto se puede entender que el Papa manifieste que él nunca ha sido muy amigo del capitalismo, su comprensión con las tendencias homosexuales o que reconozca que la Iglesia tiene que reconsiderar el papel de la mujer. El ejemplo se generaliza entre los militantes de su partido –el partido católico- y ahora tenemos monjas muy activas en las redes sociales que llegan a sugerir que el capitalismo es pecado o que incluso se manifiestan abiertamente sobre el derecho a votar –e independizarse- de los catalanes. Figuras relevantes en España de este movimiento son la monja benedictina Teresa Forcades o la dominica de clausura Lucia Caram. En concreto Lucia Caram, de nacionalidad argentina y que pertenece a las Dominicas Contemplativas de Manresa (Cataluña) se manifiesta a favor de la independencia catalana y mantiene una lucha declarada contra la ideología de derechas y el capitalismo. Su actividad mediática es ingente con una presencia muy activa en las redes sociales, un programa de cocina en la televisión de pago española y con la publicación de libros).

Efectivamente el Papa Francisco ha dado una especial relevancia al mensaje “pastoral” de la Iglesia que junto con el voto de obediencia de los religiosos tiene un efecto casi inmediato.

Ahora la izquierda política parece tener un nuevo e inesperado aliado. Los conceptos ideológicos de la izquierda y de la Iglesia Católica están en un proceso de aproximación. Queda por resolver las diferencias referentes al derecho de la vida del no nacido, la eutanasia y la investigación con células madre.

Hoy parecería que la posición, aquí, es irreconciliable de todo punto. Visto lo visto y considerando que no hay nada que pueda unir más que un enemigo común –el capitalismo y la derecha- yo no estaría muy seguro de que no podamos ver una mayor aproximación del programa político de los socialistas y de la Iglesia Católica.