Preparar las verduras: Lava y trocea las verduras según tu preferencia, en dados o tiras, asegurándote de que el tamaño sea adecuado para comer cómodamente con cuchara. Evita cortes demasiado grandes o pequeños. Puedes incluir verduras como zanahoria, calabacín, apio, cebolla, patata, coliflor o brócoli, según lo que tengas disponible. Evita pimientos o berenjenas, ya que su sabor fuerte no combina bien en este plato.
Seleccionar las verduras: Aprovecha las verduras que tengas en la nevera, especialmente aquellas que estén próximas a caducar o deteriorarse. Ajusta la cantidad total para mantener un equilibrio entre las verduras y el caldo, evitando que la sopa quede demasiado espesa.
Preparar el caldo: En una olla, vierte el caldo junto con media taza de agua. Añade una pizca de orégano y un chorrito de aceite de oliva virgen extra. La media taza de agua compensará la evaporación durante la cocción, evitando que el caldo quede excesivamente concentrado o salado.
Cocinar las verduras: Incorpora las verduras al caldo en función de su tiempo de cocción:
- Primero, añade las más duras (como zanahorias apio, patata y cebolla), dejando que cuezan unos minutos antes de continuar.
- Después, incorpora las verduras de cocción media (como coliflor y brócoli).
- Finalmente, añade las verduras más tiernas (como calabacín,), dejándolas hervir solo un par de minutos para que no se deshagan.
Servir: Sirve la sopa caliente en cuencos de loza o platos hondos. Coloca en la mesa queso rallado, preferiblemente parmesano, para que cada comensal pueda añadirlo según su gusto.
Nota adicional: Si deseas un toque extra de sabor, puedes incorporar hierbas frescas como perejil o albahaca justo antes de servir, o añadir un chorrito de limón para realzar el sabor.